Catòn el Viejo
CATÓN EL VIEJO
“Ceterum cesseo delendam est Cartaginem” En la antigua Grecia cobró notoriedad por su verbo elocuente y su espíritu combativo. Su conducta apegada siempre a los valores mas intrínsecos de las tradiciones y el espíritu griego, se convirtieron en paradigmas de frugalidad y amor a la patria. Hasta nuestros días ha llegado el eco de sus vehementes alocuciones a sus compatriotas, que de manera invariable concluían con el lapidario estribillo “ceterum cesseo delendam est Cartaginem” (y además creo que Cartago debe ser destruida), lo que desembocó a final de cuentas en las llamadas guerras púnicas (merced al gentilicio de punos que los cartagineses recibían del pueblo heleno). En nuestra era, ha ganado fama un homónimo del censor de los tiempos pretéritos, originario de Saltillo, Coahuila y cuya gracia auténtica es Armando Fuentes Aguirre, pero que rubrica su producción periodística, literaria y de investigación bajo el sonoro seudónimo previamente consignado. En estricto apego a la verdad y por razones generacionales, quizá no deberían haber demasiadas coincidencias, no obstante al estar el autor de estas líneas frisando las cuatro décadas de existencia (y adentrarse en la llamada edad de la razón) es particularmente agradable percatarse que compartimos multiplicidad de puntos de vista sobre asuntos tan disímbolos como la belleza, el bien, la verdad, la felicidad, el amor, las mujeres, el perdón, la presencia de Dios y otros de variopinta índole, susceptibles de abordarse por el discurrir humano. Lo esencial de semejantes cogitaciones es que propician la identificación autor- lector, indispensable en nuestra época. ¿De que nos sirve que la producción intelectual de nuestros diferentes autores vaya dirigida per secula seculorum a un sector restringido de nuestra población?, ¿Acaso el quehacer de nuestros intelectuales (y por ende, su esfuerzo) no debería enfocarse a elevar el nivel de conocimientos del grueso de nuestra población? (o en el peor de los casos por lo menos a propiciar el incremento de su sensibilidad o interés respecto a ciertos temas). Lamentablemente la invasión que las bellas artes han sufrido de partidarios del egoísmo a ultranza, que se sienten muy por encima del común de los mortales (y a los que identificarse con su pueblo les importa un bledo) es denominador común hoy día, a lo largo y ancho de la geografía nacional. La labor de los artistas ha perdido el deseo de causar impacto social, de despertar la emoción y la conciencia públicas, para halagar amaneramientos y actitudes ambiguas mas propias del amor que no se atreve a decir su nombre, que artísticas. Las políticas culturales de las instituciones oficiales han errado de forma notoria, propiciando que existan dos tipos de ofertas: una para ricos y otra para pobres (y si no me creen, observen que al sur de nuestra ciudad y sus comisarías los únicos que llegan son mimos, payasitos, magos, marimberos, organistas y en el mejor de los casos, trovadores y es cuando inevitablemente me cuestiono porque no se invierte en abrir mas salas de lectura o en ofrecer mayor cantidad de presentaciones de música coral o de cámara, cueste lo que cueste). Punto y aparte de la digresión y desahogo previos, Fuentes Aguirre es grato por ser profundamente humano, porque confiesa abiertamente su propensión a departir con los amigos y los placeres de la buena mesa y el buen vino. Catón me proporciona una delectación inenarrable cuando refiere las tramas de San Virila, las peripecias del Padre Soárez, las historias de la creación con las ocurrencias sucesivas de Adán y Eva, los episodios protagonizados por John Dee y don Juan indistintamente y por supuesto, las perlas de sabiduría que se desprenden de la filosofía agridulce de Jean Cusset. Confieso que no me agradan en lo mas mínimo las Historias del Señor Pérez y su trágica lucha contra la burocracia (dado el hartazgo que los mexicanos tenemos al respecto) aunque entiendo cabalmente que su intención es cien por ciento aleccionadora. Comparto con el saltillense la inquietud porque la historia plasmada en los libros de texto refleje lo acontecido con certeza y en tal virtud, el ansia por desmitificar a los inquilinos del panteón patriótico (especialmente a Juárez, que considero el mas grande farsante del devenir nacional), me adhiero a su postura favorable a la inclusión y al trabajo en pro de las grandes causas comunes en detrimento de los intereses facciosos, pero fuerza es admitir que la publicación de su obra mas reciente, tendiente a redimensionar el papel de los abuelos (verdaderos ángeles) en la interacción familiar, subrayando el orgullo que proporciona acceder a semejante condición, ha despertado en mí un frenesí de curiosidad inusitado, aún no satisfecho merced al caudal de requerimientos familiares, que imperiosamente relegan a segundo o tercer plano, mis impaciencias de lector. Empero, a reserva de su conocimiento ulterior, estoy seguro que me complacerá dado el carácter sabroso y ameno que el buen viejo sabe impostar a su producción. El transcurrir de cronos, sin duda, se encargará de confirmar mi presunción. Que así sea. Dios conserve aún por un lapso enorme a don Armando entre nosotros. Su presencia es imprescindible para aderezarnos la vida con ese sazón de reflexión y buen humor que solamente él posee.POST SCRIPTUM.- Aunque Goethe expresaba que la originalidad no existe, es apropiado sugerir a nuestro flamante alcalde, que tienda a efectuar acciones fruto de su inventiva o la de sus colaboradores y exhortarlo a no convertirse en caja de resonancia de otros niveles gubernamentales. Por otra parte, si bien es positivo que se haga presente en cada una de las dependencias bajo su égida, es menester aclarar que ello deberá ser para conocer las necesidades, expectativas y carencias del personal y de la institución en cuestión y no para aspectos meramente publicitarios, con objetivos de pura parafernalia. Ciertamente cualquier cantidad de tiempo que se dedique a la atención de los requerimientos de una urbe creciente y dinámica como la nuestra, siempre será insuficiente. Aplaudimos la intención de supervisar la calidad y oportunidad del trabajo, si tal fue la motivación de la visita. Huelga mencionar a César que ignore las cantigas de las sirenas oficialistas y oficiosas que lo parangonan a un general pasando revista a sus tropas antes de entrar en acción. Es imperativo recordarle que los grandes estrategas como Mac Arthur, Patton, Montgomery y Ridgway, no solamente convivían con sus hombres, sino que predicaban con el ejemplo: comían lo mismo que la soldadesca, marchaban de primero y sangraban junto con ellos.
Este sábado catorce festejará su onomástico, nuestro apreciado amigo Francisco Solís Peón, vaya por este medio, nuestro saludo afectuoso y fraterno, acompañado de nuestros mejores deseos. Haremos cuanto nos sea posible (y mas) para poder apersonarnos y darle en vivo y a todo color, el imprescriptible abrazo. Felicitaciones sinceras Paco, ánimo y siempre adelante, Yucatán requiere con urgencia el concurso y la participación de sus mejores hijos, entre los cuales formas tú.
Huroneando papeles encontré esta frase de José Antonio Castellanos (que parafraseando a Ricardo Palma, vale un Perú): “Amo profundamente a todos los que me permitieron soñar”.
Guillermito: Amo profundamente acribillar a besos tus mejillas, desencadenar la seguidilla armoniosa de tu risa, gozo tus travesuras y festino a mandíbula batiente tus ocurrencias y salidas. Tu me has hecho entender la dicha inestimable de ser papá. Ruego a Dios que me permita estar siempre muy cerca de ti y conocer y disfrutar cuanto realices. Cada noche al contemplarte reposar en tu cunita, me impongo de la relevancia de mi destino en este mundo. Te amo infinitamente hijo mío, que no te quepa nunca duda de ello. Besitos.
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