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REVISTA SINARQUÍA - Mexicanidad y Democracia

La Trova Yucateca

Tu boca es una flor, es una herida

y no se, si en tus labios escarlata

bebo la esencia que me da la vida

o el pérfido veneno que me mata

Manuel Fernández Torres (signado bajo el seudónimo Felipe Sassone)

 

Yucatán tiene alma de guitarra. Su sensibilidad vibra al menor contacto, como hacen las cuerdas del diapasón al ser pulsadas por manos expertas. Hablar de la trova nuestra es hacerlo del principal producto hecho en estas tierras del mayab. Es hacerlo igualmente del principal factor que ha creado a nivel internacional la reputación de que los yucatecos inventamos el romanticismo antes de Coki y después de él, lo perfeccionamos gracias a Guadalupe Trigo y Sergio Esquivel. Si hay algo que Yucatán produce y en serio, en cantidades verdaderamente industriales son canciones (y algunas hasta son buenas); y en semejante tenor, cantantes y compositores. No podemos olvidar que nuestra canción, nuestra manera de expresarnos, de elogiar al ser amado, de festinar nuestras alegrías, de llorar nuestras tristezas, es esa mezcla de sangre y sol, de nostalgia y lluvia, de luna y llanto. Nuestra canción es la fusión armónica del espíritu taciturno del indio maya y de la voz perpetuamente en tonalidades mayores del español. Posee características y peculiaridades que la distinguen de otras: el lenguaje sutil que emplea para tejer la inextricable telaraña del amor, para reprochar con la más acabada y completa elegancia, para alabar con refinamiento nuestros paisajes y costumbres, y para despedirse con ejemplar cortesanía. Es conjunción del trabajo coordinado de los mas destacados músicos vernáculos con los mas pulidos escritores locales (que en ese entonces, si gustaban de las mujeres). Todo lo anterior, con un tono y en términos tales que no pueden provocar tacharla de cursi o de ridícula. Nuestra canción refleja cabalmente el espíritu soñador y dado a la metáfora de nuestra gente, sensitiva y tierna, susceptible de dejarse llevar por la emoción. No es procaz, no es vulgar, no agravia ni injuria. Hace gala eso sí, de una fina ironía y del ingenio consustancial a los habitantes del trópico, mucho mas pícaros e ingeniosos que los hijos del septentrión o las regiones hiperbóreas. Su panteón es amplio y numeroso, tan poblado como el antiguo Olimpo griego y contempla la existencia de dioses mayores, menores y semidioses (es pertinente hacer público, que la clasificación que a continuación se expone, es fruto de mi propio y personal arbitrio). Entre los primeros podemos nombrar a Guty Cárdenas, Ricardo Palmerín, Pepe Domínguez, Manuel Díaz Massa, Coki Navarro, Luis Demetrio, Armando Manzanero (muy al pesar de quien esto escribe), Guadalupe Trigo y Sergio Esquivel. Entre los menores podemos citar a Ermilo Padrón López, Santiago Manzanero, Manuel Montes de Oca, Chucho Herrera, Luis Felipe Castillo, el Chief Sarlat, Pastor Cervera, Juan Acereto, Lauro Santamaría, Rosario Sansores, López Méndez y otros. Entre los semidioses quedan Monís Zorrilla, Díaz Bolio, Mediz Bolio, Manuel Burgos, Ramón Triay, Felipe de la Cruz, Jorge Carlos Castro, Carlos Gil, los hermanos Magaña, Ramiro José Esperanza, Luis Pérez Sabido y cualquier cantidad de cantantes y compositores; que en estos lares el mas tonto es capaz de súbitamente sentir que se le inflama el estro (no es albur) y ponerse a emborronar cuartillas o papel pautado hasta gestar una canción, no importando que rimen hormiga con barriga o incluir ordinarieces como sucedió a Manzanero que en su tema Por Debajo de la Mesa, enseñó sus limitaciones al expresar: se nos va acabando el trago (sic), lo que es admisible en una plática de cantina, pero no en una composición destinada a enamorar y a despertar en alguien los sentimientos mas sublimes y esfumados.

La canción yucateca ha sufrido mutaciones notorias: no es la misma la que afirma yo se que nunca besaré tu boca o peregrina de ojos claros y divinos, que aquella que asevera te amaré toda la vida, todos los años, los meses y los días o que expresa eres la nube blanca, gota a gota vas dejando caer sobre mi triste vida mujer, un diluvio de fe. El lenguaje ha ido evolucionando al ritmo que nuestra sociedad y nuestras costumbres por ende, se han ido modificando. Lo importante es que nunca ha perdido su esencia. Nunca ha extraviado el rumbo ni ha torcido su destino.

Quien esto escribe tiene la inmensa fortuna de contar entre sus antepasados por línea materna a la poetisa (perdón por el exabrupto, pero tengo que decir que me revienta llamar poeta a la mujer que escribe, existiendo un femenino. En semejante orden de ideas y en aras de una malentendida equidad de género, tendríamos que hablar de la caballa y no de la yegua o de la tigra y no de la tigresa) Rosario Sansores Pren (prima hermana de mi abuela Amelia, como solía recurrentemente llamarse en ese entonces a muchas niñas, en memoria de la difunta esposa del malogrado emperador Maximiliano), autora de la letra de Sombras, el pasillo ecuatoriano que con música de Carlos Brito Benavides, es el segundo himno nacional del Ecuador y que mi abuelo Manuel Fernández interpretaba magistralmente a la guitarra, haciendo una excepcional segunda voz (desde niño yo llevaba la primera merced a la magnanimidad de mi abuelo materno, que por cierto es autor al unísono de Lauro Santamaría de la canción Duda, muy poco interpretada ya, salvo por conocedores). No conocí a mi tía Rosario (murió en el 72 en el Distrito Federal, contabilizando yo tan solo cuatro años) y fue hasta muy tarde que me enteré de la historia trovadoresca de mi abuelo Manuel, (que por cierto, costeó sus estudios de jurisprudencia guitarra en ristre, lo que constituyó sin lugar a dudas, una pérdida sensible para nuestra trova) pero tuve innumerables oportunidades de solazarme con su destreza en la digitación, el requinto y su punteo guitarrísticos, que contribuyeron a tornarme en la calamidad literario musical que actualmente soy. Por el lado de la familia Barrera, se mucho menos (mi abuelo Nicasio murió antes que yo naciera), pero entiendo que mi abuelo paterno era un hombre que amaba nuestra música y auspiciaba con el desprendimiento y la generosidad que siempre lo caracterizaron, la confección de jaranas que dedicaba por costumbre a mi abuela Petita y mi tía Yarah. La música yucateca siempre ha tenido efectos taumatúrgicos en mí. Con languidez oriental he escuchado en diferentes etapas de mi vida sus acordes y arrullado por ellos, he conseguido afianzar valiosas amistades y amores de todo tipo.

Aun recuerdo aquellas tardes cálidas y tranquilas, en que con caminar cansino, se recortaba la figura (vestida impecablemente y por completo de blanco, desde el chambergo al calzado) del chispas Padrón y su señora esposa, doña Virginia Capetillo, que no perdían ocasión para declamar alguna cuarteta al autor de estas líneas o de invitarlo a degustar un sorbete con Polito, lo que invariablemente concluía con el mismo resultado: rauda y veloz carrera a los brazos de mi madre, imbuido de miedo cerval a aquellos dos jocundos e inofensivos ancianos, a quienes no supe valorar en su momento, habida cuenta de mi desconfianza y temor infantil y a los que hoy día, ya hecho hombre disfrutaría de manera inenarrable.

He tenido por otra parte, la inmensa fortuna de contar entre el número de mis amigos, a gente tan involucrada en el movimiento musical yucateco como son Roberto Mac Swiney padre y Luis Pérez Sabido, a quienes debo cuanto conozco del tema. Me honran con su amistad igualmente, descendientes del inmenso Guty como Roberto Cárdenas, el gentil propietario del hospitalario establecimiento donde nos recreamos y saciamos la sed (de amistad, musical y de toda índole) y personas vinculadas a la actualidad de nuestra trova como Luis Hernán Bolio, Gladys Medina Hadad (mejor conocida como María Medina) y por supuesto, nuestro apreciadísimo y entrañable amigo, Lorenzo Núñez Zapata (cuyo nom de guerre es Mozú).

Toda vez hecha la presente retrospectiva (que no implica perder la perspectiva), podemos manifestar sin temor a equivocarnos, que siempre habrá trova en Yucatán, en tanto existan corazones sensibles con disposición para patentizar de manera abierta las impresiones que los embargan. Para finalizar el presente opúsculo, debo aclarar que la palabra trova deriva del italiano trovare que significa encontrar o hallar y alude la capacidad de improvisación que tenían los errabundos juglares que iban de pueblo en pueblo, llevando noticias y cantando con eco conmovedor. No en balde los italianos dicen a la vista de un acierto (casual o planeado) si non e vero, e ben trovato (si no es verdad, fue bien hallado). Disfrutemos pues la trova nuestra de cada día y este mes dedicado por completo a la efeméride.

POST SCRIPTUM.- Guillermito: queda enterado hijo, que provienes de una familia proclive a la música y las bellas letras. Dios quiera y te interese saber cuanto sea posible al respecto. Te amo infinitamente. Besos

 

 

3 comentarios

new balance -

Stars are less than the place of darkness! Smile more places are less trouble! There is a lonely place! Less lonely when the mood is good! When I'm in a good mood all good! Let us forget all the troubles! Every day happy!

Creative Recreation -

You introduction is detail, thank you so significantly information, but why do not you deliver some reference photographs?

Felipe García -

Muy buen artículo, felicidades al autor del mismo con mis saludos desde la blana Mérida. Lo invito a visitar mi sitio web triple doble u punto trovadores-yucatecos punto com tal vez algo de lo que he publicado le interese. Y sería muy bueno si pudiera proporcionarme material de Rosario Sansores Pren para publicarlo y dar a conocer al mundo su obra que fue magnífica y exquisita en verdad. Letras como Filosofía, Palomita Blanca y Sombras son muestras de un alma sensible y refinada. Saludos