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REVISTA SINARQUÍA - Mexicanidad y Democracia

Marchamos y dimos Testimonio de Conciencia Nacional y Popular

Marchamos y dimos Testimonio de Conciencia Nacional y Popular

Algunas imagenes de la Marcha

Mientras esperàbamos la llegada, lanzabamos mensajes:


En la Plaza del Templo Mayor

 

Mensaje Nacionalista

Por la Patria,La Justicia Social y la Libertad: A Marchar Domingo 1 de Febrero

Por la Patria,La Justicia Social y la Libertad: A Marchar Domingo 1 de Febrero

El Sinarquismo sale a las calles.

Despuès de la batalla que diera el año pasado contra un grupo de mediocres polìticos tanto del PRI como del PAN que quisieron coptar al Movimiento Sinarquista, los nacionalistas salen a la calle.

Ahora, fortalecidos, mencionan que ellos son "promotores de un patriotismo democràtico y social comunitario, que trabaje por la Identidad y la Herencia Ancestral y que luche por conseguir la justicia social, con profundos cambios polìtico-economico-sociales y culturales".


 
movimiento.nacional.sinarquista@gmail.com
 
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Al Pueblo de México
A los Medios de Comunicación profesionales y patrióticos

A las organizaciones sociales, populares, nacionalistas y comunitarias

A las comunidades que creen en la Herencia Ancestral y la Lucha por una Cultura crítica, creativa, con identidad y sentido de la belleza, la dignidad y la Memoria

 

Nosotros, militantes de las organizaciones firmantes, hacemos un llamado a la Memoria Histórica, a la Conciencia de Pueblo y de Nación.

Hace 161, el 2 de Febrero de 1848, se consumó el despojo de prácticamente la mitad del Territorio Nacional por parte del imperialismo norteamericano y con la complicidad de grupos de poder que se decían ser Mexicanos firmando los Tratados de Guadalupe – Hidalgo. 

Esa invasión y sometimiento al poder intervencionista, ha continuado aunque de manera diferente, ya no con la fuerza militar abierta, pero sí, con la propaganda mediática, con el control casi absoluto de nuestra economía y de nuestras finanzas, tratados comerciales espurios y leoninos, con la amenaza ante cualquier intento de dignidad nacional, con la brutalidad contra las y los mexicanos que quieren vivir en los Territorios que antaño fueron nuestros, con gobiernos neoliberales que solo favorecen los intereses financieros internacionales e ignoran proteger e impulsar la Justicia Social y una economía basada en la solidaridad y el desarrollo nacional y social.

Para expresar nuestra postura de Lealtad a México,  de Orgullo y Dignidad, así como la decisión firme de construir una Nueva Sociedad solidaria, justa, fraterna, próspera, en evolución armónica y con plena autodeterminación en el modelo económico, político, social y cultural que queremos.  Para ello, convocamos a la

MARCHA POR LA UNIDAD DE LA PATRIA

Del Zócalo del DF al Castillo de Chapultepec

Día Domingo 1 de febrero de 2009 a las 11: 00 AM.

En otras ciudades habrá acciones semejantes para lo cual se puede consultar el Blog preparado con éste propósito. ( http://marchaporlapatria.blogspot.com).  La Marcha culminará con los Mensajes de los Voceros de nuestras organizaciones en un Acto Público en ése lugar.

Agradecemos que asistan en total disciplina, orden y evitar todo tipo de provocaciones. Pueden llevar banderas nacionales y símbolos de nuestra herencia ancestral mexicana.

Firman: Unión Nacional Sinarquista, Organización para la Voluntad Nacional, Cultural  Sinarkalli, UNTC, Ciudadanos/as…

 
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Guillermo Hernandez Lepe ( Vocero )

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http://marchaporlapatria.blogspot.com

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http://sinarquismo.blogia.com

http://movimiento-sinarquista.blogspot.com 

http://sinarquismo.tripod.com

Patria
Justicia
Libertad

 

Madre y Teología

Madre y Teología. Una carta del P. Congar

Juan BOSCH


 

 

 

 

Cuando murió mi madre, leí ávidamente un libro recién aparecido, Madre y muerte (1993) de Olegario González de Cardedal. Escribía el profesor de la Pontificia cosas bellas y verdaderas que querían responder a esas dos palabras que parecen contradictorias, "madre" y "muerte". El fundamento mismo de la realidad se conmueve cuando la madre muere. Y te queda el vacío.

Escribo hoy sobre esa relación, no siempre manifiesta, que he percibido entre el teólogo y la madre. Y esto a propósito de la lectura de una carta -hasta ahora inédita- que Yves Congar dirigió a su madre en su 80 aniversario. La carta está fechada el 10 de septiembre de 1956, en Cambridge, durante su tercer exilio. En ella abre su corazón y su mente -desde la soledad y tristeza del exilio inglés- a su madre que reside siempre en Sedan, allá en la Alsacia francesa.

Y ahora leyendo la carta de Congar se reaviva en mí esa larga -pero apenas manifestada- tradición entre teólogo y madre que comenzó, quizá, con Agustín de Hipona. La madre entiende mejor que nadie al hijo e intuye siempre su sufrimiento. La madre de Congar, mujer entregada que llevó adelante el hogar del marido enfermo y cuatro hijos con dedicación e inteligencia ejemplares, fue además mujer cultísima. Por eso no debería extrañar a nadie el contenido de la carta en la que el hijo, teólogo, le abre a la madre sus problemas con jerarquías de la Iglesia.

He valorado varias cosas tras leer y releer la carta. El profundo cariño y ternura que se desprenden; la tristeza y el hondo sufrimiento que supone para Congar el destierro injusto; y la claridad con que expone las raíces de ese dolor, que tanto tienen que ver con sus posiciones teológicas. Carta larga, 14 páginas manuscritas, de denuncia crítica que unas veces parece una meditación, otras el grito desgarrado del viejo Savonarola, o la revuelta del hombre herido, y, sin embargo, siempre la confesión humilde del creyente que sufre sin alcanzar a ver las razones. Y Congar quiere que su madre lo sepa.

El tenor de la carta, en lo que se refiere a la denuncia y a la confesión humilde, suena así, aludiendo a la raíz de sus males:

"Haber abordado problemas sin alinearme en el único artículo que quieren imponer al comportamiento de toda la cristiandad y que consiste en: no pensar, no decir nada sino que hay un Papa que piensa todo, que dice todo, y respecto al cual toda la cualidad del católico será obedecer... El Papa actual, sobre todo después de 1950, ha desarrollado, hasta llegar a ser una obsesión, un régimen paternalista consistente en que él, él solo, diga al mundo y a cada uno lo que es necesario pensar y cómo hay que actuar. Desea reducir a los teólogos a simples comentadores de sus discursos y a dejarse la veleidad de pensar cualquier otra cosa, o a emprender una dirección al margen de ese comentario; salvo, ciertamente, en problemas sin importancia...".

 

Congar está convencido de que la Orden en Francia -no sólo él- sufre una persecución injusta y ciega. "Los dominicos franceses han estado perseguidos y reducidos al silencio porque fueron los únicos a tener una cierta libertad de pensamiento, de empresa y de expresión. Ciertamente, se trataba de una libertad en la ortodoxia, pero una ortodoxia cuyas fuentes son la Biblia, los Padres, etc.. El primer reproche que se me hizo, de manera abierta, en 1938, y que me lo comunicaría el P. Gillet fue que se me acusaba de preconizar la vuelta a las fuentes...".

Recuerda a su madre que ya en 1954 hubo una intentona de cambiar algo en las Constituciones de los dominicos respecto al régimen de libre elección, en definitiva a sus espacios de libertad y autonomía. Y Congar dice conocer las razones: "Me es evidente que Roma jamás ha buscado ni busca sino una sola cosa: la afirmación de su autoridad. El resto no le interesa sino como lugar de ejercicio de esa autoridad. Salvo un cierto número de casos, representados por hombres de santidad y de iniciativas, toda la historia de Roma es reivindicación, fundamentación de su autoridad, y destrucción de todo aquello que no se conforme con la sumisión...".

 

 

 

'Me han destruido'

Después confiesa a su madre el daño que el exilio de Cambridge, tras los otros dos en Jerusalén y Roma, le ha producido: "Prácticamente me han destruido. Todo aquello en lo que he creído y a lo que me he entregado me ha sido retirado: el ecumenismo, la enseñanza, las conferencias, la acción con los sacerdotes, la colaboración en Témoignage chrétien; etc., participación en grandes congresos con los intelectuales católicos, etc. Ciertamente no han tocado mi cuerpo; en principio, tampoco han tocado mi alma. Pero la persona de un hombre no está limitada ni a su piel ni a su alma. Sobre todo cuando ese hombre es un apóstol doctrinal; él es su acción, él es sus amistades, sus relaciones, él es su irradiación normal. Me han retirado todo eso, lo han pisoteado, y me han herido profundamente. Me han reducido a nada, y por tanto, me han destruido... Yo sé que cuando persiguen a alguien es hasta la muerte. Han permitido al P. Sertillanges volver a Francia cuando tenía 80 años. Y al final puede acontecer incluso que digan bien de uno, o que permitan decir bien de uno. Los judíos también construyeron monumentos funerarios a los profetas, después de haberlos matado...". "De los tres exilios, éste es el más duro... Prácticamente no tengo amigos aquí. Estoy solo, atrozmente solo... En la cautividad (en la Alemania nazi) al menos tenía camaradas, sin ellos aquello hubiese sido insoportable. Aquí no hay barrotes ni alambradas de púas, puedo salir cuando quiera. Pero al vacío, para encontrar a nadie... Con el exilio, también quizá con la edad, y sobre todo en Cambridge, he sentido crecer en mí una necesidad ontológica -como la sed tras el caminar o el trabajo agotador- de amar y ser amado...".

La parte final de la carta es un abrirse, desde el dolor, al ejemplo de la madre: "Pienso en ti y en tu vida cotidianamente entregada al servicio de los otros y del papá enfermo. Me parece que soy excesivamente egoísta al quejarme demasiado, gemir y llorar... Me digo a mí mismo que no sólo debo aceptar mejor mi mal, más humildemente y en más gozosa comunión con la voluntad de Dios, sino que debo, soportando mi propio mal, tomar mejor mi parte en la cruz de los otros y en la pena del mundo. Por eso, cada mañana, en la celebración de la misa, acepto mi cruz de la jornada, de esta nueva jornada de anonadamiento y exilio... como mi participación o comunión en la cruz de aquellos a quienes amo y de la pena del mundo...".

Quien conoció a Congar sabe bien que nunca fue demasiado elocuente a la hora de revelar sentimientos. Por eso esta carta posee especial grandeza: "Desearía que retuvieses, en tus 80 años, estos momentos de confidencia y de diálogo. ¡He sido tan avaro! Es el tiempo de hablar... Debo decirte que, a pesar de mi avaricia en confidencias incluso a ti, eres tú, con mucho, quien mejor ha comprendido lo que puede representar para mí el exilio presente. No he dicho nada, o casi nada, pero tú has adivinado mucho. Mucho más que muchos de mis hermanos y amigos, menos tocados por el sufrimiento y por el amor. Muchas veces, tus cartas, han respondido, con precisión increíble, a la profundidad y casi a los detalles exactos de mi pena. Ello me ha sostenido: haber sido adivinado, comprendido y amado de esa manera...".

 

Un corazón purificado

Y al final es el testimonio sincero del hijo abierto a la anciana madre: "Hubiera querido, ofrecerte en tus 80 años, cualquier otra cosa que no este grito de mi pobreza, de mi angustia; hubiese querido ofrecerte la satisfacción legítima de una vida lograda. Sé que tienes el corazón demasiado alto y demasiado purificado para embargarte ante una decepción humana, si es que la hay. Te ofrezco, en todo caso, incluso en esta especie de anonadamiento en el que me tienen, el testimonio de un corazón infinitamente amante y reconocido... Es en el inmenso y afectuoso reconocimiento por todo ello, que te abrazo 80 veces y una, de lejos, pero muy de cerca. Fr. YMjo. C.".

Madre y teología. Mejor, madre de teólogo, madre que engendró a Yves Congar a la vida, a la vida de Dios, y que, viejita, recibió la confesión de un hijo que sufre ante la injusticia. Una carta antológica que ahora se ha hecho pública en Francia y que merecería ser traducida íntegramente al castellano.

 

 

 

 

Juan BOSCH
"Vida Nueva", Madrid 2278 (28 abril 2001) 30-31

La Opcion es por la Justicia (Ensayo Teológico)

La Opcion es por la Justicia (Ensayo Teológico)

La Opción por los Pobres es Opción por la Justicia,
y no es preferencial.
Para un reencuadramiento teológico-sistemático de la OP

José María VIGIL


 

Resumen

Debido al irrefutable fundamento bíblico, evangélico y teológico de la «opción por los pobres» -marca registrada de la teología latinoamericana de la liberación-, y dada la fuerza de su propia evidencia interna, la única posibilidad de combatirla ha sido la estrategia de desnaturalizarla, convirtiéndola en «preferencial» y pretendiendo que su fundamento fuese la «Gratuidad» de Dios, con lo que resultaría susceptible de ser desplazada al campo de la caridad asistencialista políticamente conservadora. Algunos teólogos de la liberación parecen haberse acomodado a esa estrategia. El autor la denuncia y muestra que la opción por los pobres es no es preferencial sino alternativa y exclusiva, y que no se basa en la Gratuidad de Dios sino en su Justicia.

 

Situación de la cuestión

Siempre dijimos que la OP[1] se fundamenta en Dios mismo, en el ser de Dios, y que tiene por tanto naturaleza «teocéntrica»[2]: de alguna manera, podemos decir que Dios mismo hace opción por los pobres[3], Dios «es» opción por los pobres. Y era un consenso universalmente sentido que esta OP se basaba precisamente en el Amor-Justicia del Dios bíblico y cristiano[4].

Sin embargo, con el advenimiento de la «crisis de la TL», algunos autores suavizaron su discurso sobre la OP, prefiriendo abandonar la perspectiva del Amor-Justicia[5] y sustituyéndola casi completamente por la de la «gratuidad» de Dios como fundamento de la OP. En este nuevo planteamiento, Dios, simplemente «prefiere» a los pobres, tiene una «debilidad» misericordiosa, una «ternura» incontenible hacia ellos, y a este hecho no habría que buscarle muchas razones, precisamente por ser «gratuito».

La OP resultaría ser una especie de «capricho» de Dios, hacia los «pequeños, los débiles, los insignificantes». De éstos sería de quienes hoy habría que hablar, y no ya de «los pobres» en el sentido fuerte[6] del discurso clásico, que hoy estaría ya sobrepasado. La misma teología de la OP debería desvincularse del tema fuerte de la Justicia y ser adjudicada al tema suave de la gratuidad.

Mi tesis es que este corrimiento o desplazamiento del acento desde la Justicia hacia la Gratuidad de Dios como fundamento de la OP deteriora y finalmente malversa dicha opción -consciente o inconscientemente-, al convertirla en una simple "preferencia", un "amor preferencial", una simple prioridad de orden en la caridad[7], dejando de ser una verdadera «opción», una toma de partido disyuntiva y excluyente, como una opción fundamental, fundada para nosotros en la misma naturaleza de Dios.

No niego que tenga algún sentido afirmar que «Dios tiene una preferencia gratuita por los pequeños y los débiles»; pero sostengo que tal «preferencia» no puede ser identificada en un sentido preciso con la OP, ni mucho menos puede ser puesta como fundamento de la misma. Confundir la OP con esa «preferencia de Dios hacia los pequeños y los débiles», o con el llamado «amor preferencial por los pobres», y aplicarle el mismo nombre de OP, es ser víctima de la confusión, o ceder ante la estrategia de quienes han intentado resignificar y ocupar el término OP para despojarlo de su contenido propio. La OP original y clásica latinoamericana, la típica de la teología y la espiritualidad de la liberación, la OP por la que murieron nuestros/as mártires, y que también nosotros consideramos «firme e irrevocable», es otra, y debe ser distinguida de cualquier sucedáneo. Una fidelidad valiente y lúcida debe rechazar consciente y explíticamente esta pretendida fundamentación de la OP en la «gratuidad» de Dios. Es lo que quiero ayudar a aclarar tratando de reencuadrar teológico-sistemáticamente la naturaleza misma de la OP.

 

Primera tesis: En sentido estricto, Dios ama sin preferencias ni discriminaciones

Afirmar lo contrario sería, en buena parte, un antropomorfismo.

Dios quiere y ama a todos/todas por igual, con un amor tan peculiar para cada persona, y a la vez tan infinito, que no hay posibilidad de cuantificaciones ni de comparaciones en ese amor. Toda persona puede sentirse amada infinitamente por Dios, y nadie debe sentirse «preferido» o discriminado positiva ni negativamente. No es posible hablar seriamente de «amores preferenciales» de parte de Dios respecto a algunos seres humanos frente a otros. Lo exige la suprema dignidad de la persona humana y la ecuanimidad infinita de Dios. Y todo lo que se aparte de aquí, sólo pueden ser formas inadecuadas de hablar, "demasiado humanas", antropomorfismos.

Dios no tiene parcializaciones, ni «acepción de personas». No las tiene por motivos de raza, ni de color, género o cultura… Dios ama a todas sus creaturas, con amor realmente «incuantificable e incomparable», en el que no caben preferencias ni discriminaciones.

 

Segunda tesis: Dios opta por la Justicia, no preferencialmente, sino alternativa y excluyentemente

Hay sin embargo un campo en el que Dios es necesariamente radical e inflexiblemente parcial: el campo de la justicia. Ahí Dios se pone de parte de la justicia y en contra de la injusticia, sin la menor concesión, sin la menor «neutralidad», y sin simples "preferencias": Dios está contra la injusticia y se pone del lado de los «injusticiados» (las víctimas de la injusticia[8]). Dios no hace ni puede hacer una opción «preferencial» por la justicia[9]: sino que opta por ella posicionándose radicalmente contra la injusticia y asumiendo de una manera total la Causa de los injusticiados.

Esta opción de Dios por la Justicia no se fundamenta en su «gratuidad», ni es una especie de «capricho» divino que pudiese haber sido de otra manera o simplemente no haber sido, como si la sanción divina de la justicia obedeciese a un simple voluntarismo ético[10].

La opción de Dios por la Justicia se fundamenta en su mismo ser: Dios no puede ser de otra manera, no podría no hacer esa opción sin contradecirse y sin negar su propio ser. Porque Dios es misericordia[11], Dios es, "por naturaleza", opción por la Justicia, y esa opción no es gratuita (sino axiológicamente inevitable), ni contingente (sino necesaria), ni arbitraria (sino fundada per se en el mismo ser de Dios), ni «preferencial» (sino alternativa, exclusiva y exluyente[12]).

 

Tercera tesis: La OP es opción por los «injusticiados»

El concepto «pobres», como parte de la expresión «opción por los pobres», ha causado cierta confusión. En efecto, si la opción es «por los pobres», explicablemente sobreviene la tentación de situar en la «pobreza» el fundamento de tal opción, ya sea identificando falsamente pobreza con santidad (lo cual se obvió desde el principio), o reelaborando metafóricamente el concepto de «pobreza» en diferentes direcciones[13], o derivándolo hacia cualquiera de los grupos que en el AT parecen ser objeto de una «preferencia» de parte de Dios (los «débiles y pequeños»…), o por otros muchos caminos[14].

Se podrá evitar estos desvíos si se trae a luz el papel teológico que el concepto de «pobres» juega concretamente en la expresión «opción por los pobres». Teológicamente hablando, «pobres» funge ahí exactamente como «injusticiados». Porque Dios no opta por los pobres en cuanto pobres (materiales, económicos), sino en cuanto «injusticiados». La pobreza económica no es por sí misma una categoría teológica, sino la injusticia que puede darse en esa pobreza económica. Teológicamente considerada, la «opción por los pobres» es en realidad «opción por los injusticiados»[15]. Si se llama opción «por los pobres», ello se debe a que, quoad nos, los pobres (económicos) son el primer analogado de la injusticia y su expresión máxima o por antonomasia.

Hablando con precisión teológica, los destinatarios de esta OP no pueden ser identificados sin más como los «pobres económicos» por sí mismos, ni los «pobres que son buenos», ni los que son «pobres en algún sentido», o los que tienen «espíritu de pobres»... (delimitaciones todas ellas muy lábiles, resbaladizas, a causa de los juegos metafóricos del lenguaje), sino los «injusticiados», sean pobres económicos o no, metafóricos o no.

Por el contrario: los «pequeños y los débiles», o sea, todos aquellos cuya «pobreza» no puede ser medida en términos de injusticia[16], no deben ser identificados como destinatarios netos de la OP, sino por extensión metafórica. Pueden ser objeto de una «ternura especial» y gratuita por parte de Dios y nuestra, pero este sentimiento y esta actitud no deben ser confundidas con la OP

Toda problemática humana que sea convertible en injusticia –aunque no tenga que ver con la «pobreza» en sentido literal o económico- es objeto de la OP (porque ésta es opción por la justicia). Así, la discriminación étnica, de género, cultural… como formas de injusticia que son, y aunque no se den junto con situaciones de pobreza económica, son objeto de la OP. No lo son por ser formas de pobreza -que no lo son-, sino por ser formas de injusticia.

La opción por la cultura despreciada, por la raza marginada, por el género oprimido… no son opciones diferentes de la OP, sino concreciones diversas de la única «opción por los injusticiados», a la que llamamos OP.

 

Cuarta tesis: La esencia teológico-sistemática de la OP y su fundamento es la opción de Dios por la Justicia.

Teológicamente hablando, en sentido dogmático-sistemático, la verdadera naturaleza de la OP, es la opción de Dios por la Justicia. La «radiografía teológica» de la OP, el fundamento sobre el que se sostiene, lo que en realidad la constituye, es la opción de Dios por la justicia[17].

Si se ignora su relación con la justicia y se la emparenta con una simple «voluntad gratuita» de Dios, la OP se extravía por caminos que la desvirtúan, la mixtifican y desnaturalizan, acabando por convertirla en un simple "amor preferencial", o una opción opcional, facultativa, gratuita, arbitraria, contingente, desvinculada de la justicia, reducida a «caridad» o beneficencia.

La OJ de Dios es mayor que -y anterior a- lo que la TL latinoamericana captó y expresó como OP. La OP no es sino una captación -importante pero no agotadora de la totalidad- de esa opción de Dios por la justicia. La OP es una forma nuestra de percibir, de expresar y de asumir esa opción de Dios por la Justicia

«Opción por los pobres» es un nombre pastoral, histórico, escogido en función de su inteligencia inmediata. Pero, teológico-sistemáticamente considerada, es decir, atendiendo a su esencia teológica más profunda, la OP «es» opción por la justicia y el nombre que mejor expresaría su naturaleza teológica sería el de «opción por los injusticiados»[18]. No abogamos por un cambio de nombre; simplemente llamamos la atención sobre el hecho de que el nombre no coresponde a lo que sería una «definición esencial»[19] de la OP.

Quinta tesis: Como opción por la justicia que es, la OP no es preferencial, sino disyuntiva y excluyente. Por el contrario, la OPP es simplemente una prioridad y ni siquiera es una «opción».

La OP es una toma de posición espiritual, integralmente humana, y por tanto también social y política, a favor de los pobres en el marco del conflicto social histórico, y por eso es una opción disyuntiva y excluyente[20], que exige tomar partido a favor de unos y en contra de otros[21].

La «opción (no preferencial) por los pobres» (OP) pertenece al campo de la justicia y se fundamenta en la opción misma de Dios por la justicia. Por el contrario, la «opción preferencial por los pobres» (OPP) pertenece a ámbito de la caridad[22] y puede ponerse en relación con la gratuidad de Dios. La OP no tiene aplicabilidad ante las pobrezas naturales. La OPP, por el contrario, sólo tiene validez para las pobrezas naturales.

La OP ve la pobreza como una injusticia a erradicar mediante el amor político y transformador, mediante una praxis social, como acto de justicia. La OPP, por su parte, ve la pobreza como algo lamentable pero tal vez natural, como algo que simplemente hay que compensar con actos de generosidad gratuita, asistencialmente.

La «preferencialización» de la OP, o sea, el desplazamiento o la sustitución de la OP mediante la OPP, funge como un ocultamiento de las coordenadas de la justicia para mirar la realidad sólo desde la perspectiva de la beneficencia o el asistencialismo. O como la reducción del amor cristiano a una misericordia privatizada y una solidaridad espiritualizada. Un cristianismo con OPP pero sin OP es funcional a cualquier sistema injusto. La oposición a la OP -y en general, a la teología y espiritualidad de la liberación en cuyo seno aquella nació- ha fungido como el principal objetivo de quienes han intentado revertir la renovación posconciliar de la teología y la espiritualidad latinoamericanas con Medellín y Puebla, y como la vuelta a una Iglesia que legitima del sistema capitalista y neoliberal que también hostilizó frontalmente a la Iglesia de la liberación latinoamericana y a sus innumerables mártires.

Aplicado a la OP, el adjetivo «preferencial», al implicar una relación de simple prioridad entre términos exentos de disyuntiva o mutua exclusión, desnaturaliza la OP, convirtiéndola en una simple prioridad o preferencia de orden y al negar la posibilidad de una opción radical por uno de los términos sometidos a relación de preferencia. Por eso, rigurosamente hablando, la OPP no es OP, sino, como han han expresado sus teóricos, un simple «amor preferencial» o una «forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad cristiana». Es una prioridad, y ni siquiera es una «opción», en el sentido fuerte de la palabra[23]. La adición del adjetivo «preferencial» ha fungido en muchos casos como «caballo de Troya» que ha introducido en la OP el germen de su misma desnaturalización. Afortunadamente, son muchos los que han adoptado sólo externamente el uso del adjetivo, por las presiones del entorno, sin abandonar interiormente la comprensión y la vivencia radical de lo que es la genuina naturaleza de la OP, no preferencial, exclusiva y excluyente.

 

Aplicaciones y corolarios

OP: transcendental al nivel de la norma normans

En su sentido teológico-sistemático (antes pues, o más allá de su aplicación concreta a mediaciones no teológicas, y bien distinguida de éstas), la OP es un transcendental que sobrepasa y atraviesa las dimensiones teológicas y pertenece esencialmente a la misma imagen del Dios bíblico y cristiano. Nuestro Dios «es» -por lo más nuclear de la revelación bíblica[24] y cristiana, y por sí mismo- opción por la justicia[25], con absoluta precedencia y con total independencia de toda escuela teológica o de cualquier carisma o espiritualidad en la que nos movamos. En esta calidad, la OP no es susceptible de ser normada por dimensiones subalternas[26] (se sitúa en el nivel máximo de la norma normans); y, percibida en conciencia, ha de ser obedecida como en obediencia a Dios mismo, con disposición de espíritu para la prueba del amor mayor.

En este mismo sentido, la OP no es una «teoría» de la teología latinoamericana de la liberación, sino una dimensión transcendental del cristianismo, dimensión que esa teología ha tenido el mérito de redescubrir -para el cristianismo universal- como vinculada a la esencia misma de Dios. Este re-descubrimiento es efectivamente «el mayor acontecimiento de la historia del cristianismo en los últimos siglos»[27], y marca un antes y un después, imborrable y sin retorno, para aquéllos para quienes la OP ha sido una experiencia espiritual de conversión al Dios de los pobres. La OP ha de ser considerada como «firme e irrevocable» y como una «nota de la verdadera Iglesia».

 

Pobreza, riqueza e injusticia

Respecto a la identificación de la OP como opción por la justicia, podemos hacer alguna prolongación en lenguaje más aplicado.

• Si la pobreza de una persona o grupo es debida a que ha sido víctima de la injusticia[28] -y en esa medida-, Dios está de parte de ese pobre, contra su pobreza, y contra los causantes de esa pobreza-injusticia. Y lo está, necesariamente, de un modo «excluyente» de la injusticia de los injustos, y no simplemente con una «opción preferencial no excluyente». 

Si se trata de alguna «pobreza» que no tenga que ver con la justicia («pobrezas naturales», de raza, de género, de cultura…) Dios no hace discriminaciones a ese respecto, ni «prefiere» en ese campo a nadie. Dios no prefiere ni posterga a ninguna raza o género o cultura por sí mismos.

• Si la riqueza de una persona o grupo implica injusticia -y en esa medida-, Dios está decididamente contra esa riqueza, contra el modo de vida que la genera, porque Él está de parte de los que sufren las consecuencias de la injusticia y en contra de los que la causan. Y está en esa actitud de un modo necesario y de un modo que excluye esa injusticia, y no con una opción sólo «preferencial hacia el pobre» pero no radicalmente excluyente del «modo de vida del rico»[29] que produce esa injusticia.

Si hay alguna riqueza que no tiene que ver con la injusticia (cualidades psicológicas, género, dones corporales y/o espirituales, azar…) Dios no hace ahí discriminaciones: ni prefiere ni posterga a nadie.

Dicho de otra manera:

• Si en la realidad social sólo vemos personas blancas o negras, pequeñas o grandes, fuertes o débiles, significantes o insignificantes…  (es decir, diferencias simplemente naturales, no dialécticas, no conflictivas, no políticas[30]), sólo podremos llegar a pensar que Dios tiene alguna «preferencia» concretamente hacia los pequeños, débiles, insignificantes… pero no una «opción» o toma de partido excluyente (porque esto sería injusto de parte de Dios). El fundamento de esa «preferencia», efectivamente, podría ser la «gratuidad» de Dios, y la acción que postularía de parte nuestra sería la beneficencia, la limosna o el asistencialismo. Este es el caso de la OPP.

• Si en la realidad social somos capaces de ver personas empobrecidas por otras enriquecidas[31], razas dominantes frente a culturas dominadas, un género opresor frente a otro oprimido… podemos llegar a la captación de la evidencia de que Dios ahí no puede tener simples «preferencias», sino que toma verdaderas «opciones» y «se pone de parte de» los injusticiados y «en contra» de la injusticia, y esa opción de Dios es radical, disyuntiva y excluyente de la contraria. Su fundamento teológico no es la gratuidad de Dios, sino su Justicia, y, consecuentemente, conlleva hacia nosotros la exigencia de una «opción» semejante: radical, disyuntiva, exclusiva, con implicación de opción por un lugar social, y con un compromiso de praxis de transformación histórica. Es el caso de la OP.

 

El concepto de justicia como mediación

Lógicamente, los principios teológicos están obligados a pasar necesariamente por el filtro ulterior de diversas mediaciones filosóficas, sociológicas y hasta políticas, a la hora de ser puestos en práctica sobre la arena de la realidad.

Por ejemplo: el concepto mismo de «justicia», con todas sus implicaciones filosóficas, sociológicas, políticas y hasta culturales, será una mediación especialmente influyente en el campo de esta «opción por los pobres». Hay un concepto capitalista de justicia, hay otro socialista, hay otro neoliberal, hay otro imperialista… Las personas estamos influenciadas por uno u otro según el «lugar social» que ocupamos, o por el que optamos. Para quien la justicia sea simplemente «dar a cada uno lo suyo», un mundo de extremas desigualdades puede parecer justo si -por ejemplo- sólo valora la actual legalidad de la propiedad privada absolutizada. No se lo parecería a ninguno de los Padres de la Iglesia, ni a quien haga suyo el concepto de justicia social distributiva y democrática de la la doctrina social de la Iglesia, porque estas personas operan con un concepto de justicia muy diferente.

En este sentido, a pesar de referirnos teóricamente a un mismo Dios, y a pesar de aceptar tal vez como evidente su opción por la justicia, la visión de la voluntad de Dios sobre el mundo puede ser diversa o hasta contraria en unos cristianos y en otros. ¿Dónde está el origen de esa discrepancia?

Podría no estar en el concepto mismo que tengamos de Dios ni de su Proyecto o Voluntad, sino en el concepto de justicia con el que construimos nuestros juicios morales. El origen puede estar en el juicio moral que, desde el concepto de justicia de cada quien, hacemos sobre la pobreza y la riqueza y sobre los mecanismos sociales o estructuras que las generan o producen, sea que los juzguemos como naturales o como históricos, como fatales o como corregibles, como casuales o como causadas, culpables o inculpables, estructurales o coyunturales, producto esencial del sistema perverso o subproducto accidental negativo de un sistema social no necesariamente negativo…). Así, por ejemplo:

-a quien la actual división tan desigual de la riqueza en el mundo (la famosa «copa de champán» de los informes del PNUD) le parezca «natural», pensará también -con buena lógica- que Dios no se pronuncia sobre ella, o que solamente nos exhorta a la limosna, a la beneficencia, a la gratuidad generosa… para paliar esas lamentables diferencias «naturales»…

-a quien, por el contrario, le parezca que tal división del mundo es injusta y pecaminosa, le parecerá -también con buena lógica- que Dios está irritado con ella y que desea ardientemente que sea abolida, y que quiere que le ayudemos a combatir ese injusto desorden con un compromiso radical por la justicia;

-a quien piense que esa situación del mundo es el mayor drama de la humanidad actual... le parecerá también que su superación urgente expresa la mayor y más apremiante voluntad de Dios;

-a quien considere que el neoliberalismo es inocente, o que es «el menos malo de los sistemas»... le parecerá que Dios quiere que lo apoyemos, o incluso que lo «mejoremos» en algunas de sus «deficiencias accidentales».

-a quien, por el contrario, le parezca que el neoliberalismo es injusto, o incluso la mayor injusticia, la más estructural, le parecerá que Dios quiere que combatamos esta estructura de pecado lo más denodadamente posible.

Según esto, parecería claro que el problema teológico se enruta hacia la discusión y el análisis de las mediaciones, y que las discrepancias se situarían no en el nivel propiamente teológico de los principios, sino en el nivel prudencial de las mediaciones. Sin embargo, esto es sólo la mitad de la verdad, porque nuestro concepto de justicia forma parte de nuestra elección de Dios. «Dime qué entiendes por justicia, y te diré cuál es tu Dios». Dime en qué justicia crees y te diré a qué Dios adoras.

Solemos pensar que nuestro concepto de justicia nos viene del Dios creído, pero también lo contrario es cierto: sólo creemos en el Dios que cabe en nuestro concepto de justicia[32]. La opción más fundamental[33] de nuestra vida puede ser aquella por la que optamos por un concepto u otro de justicia, justicia que es a la vez nuestra utopía para el mundo. Nuestra imagen de Dios es hija de la opción por la que elegimos nuestro concepto de justicia y su correspondiente utopía para el mundo. Y viceversa: muchos no llegan a asumir un concepto utópico de justicia porque previamente han hecho la opción por el Dios del egoísmo y de sus riquezas.

La OP es pues a la vez una opción por Dios (de los pobres) y una opción por la Justicia utópica (del Reino). La «opción por los ricos» es a la vez una renuncia al Dios de los pobres y una opción por una justicia resignada al egoísmo. La pción por los pobres o por los ricos, la justicia utópica y la justicia resignada, y el Dios de los pobres o su rechazo, están mutuamente implicados en un círculo hermenéutico. La obediencia a Dios nos la jugamos no en una relación directa hacia Dios, sino en la elección de un ideal de justicia utópica o de una justicia resignada[34]. Principios y mediaciones están más mutuamente implicados que lo que parecería. Dios es justo, y la justicia es divina. La opción por los pobres es a la vez un acto de fe en el Dios de los pobres y una opción ética y humanizante por la justicia (la de los pobres y la de Dios simultáneamente). Por su parte, la opción por el egoísmo es a la vez una injusticia y un rechazo de(l) Dios (de los pobres). Y volvemos al principio: Dios y la OP no se pueden separar, porque la OP se fundamenta en Dios mismo, en Su Justicia. La gratuidad de Dios es otro tema.

 

Este artículo ha sido publicado en papel en:

«Éxodo» 72(febrero 2004)43-50, Madrid.

«Theologica Xaveriana» 149(enero-marzo 2004)151-166, Universidad Javeriana, Bogotá.

«Christus» 741(marzo-abril 2004)41-46, CRT, México DF.

«CIRM-Informativo» XLIV/3(mayo-2004)51-59, México.

«Senderos», XXVI/78(mayo-agosto 2004)317-334, San José de Costa Rica.

«Ocote Encendido», 32(mayo 2004)1-17, Zaragoza.

«Tiempo Latinoamericano», 75(mayo 2004)23-28, Córdoba, Argentina.

«Alternativas», 28(julio-diciembre 2004)165-180, Managua.

«Revista Latinoamericana de Teología» 63(septiembre-diciembre 2004)255-266, San Salvador.

«Selecciones de Teología» 174(abril-junio 2005)148-154, Barcelona.

«Reflexión y Liberación», 62, Chile.

 

También está en la red, entre otros lugares, en:

http://justgoodcompany.org/2.1/vigil.esp.htm

http://www.svdmisioneros.cl/sedos_art_5.htm

 

 

 


[1] Utilizaremos las siguentes referencias formalizadas: OP = opción por los pobres; OPP = opción preferencial por los pobres; OJ = opción por la justicia; TL = teología de la liberación.

[2] «Digámoslo con claridad: la razón última de esa opción está en el Dios en quien creemos. (...) Se trata para el creyente de una opción teocéntrica, basada en Dios». Gustavo GUTIERREZ, El Dios de la Vida, «Christus» 47(1982)53-54, México; La fuerza histórica de los pobres, Lima 1980, págs. 261-262.

[3] «Dios se revela como quien hace una opción por los pobres y esa opción es mediación esencial de su revelación»: Jon SOBRINO, voz Opción por los pobres en FLORISTÁN-TAMAYO, Conceptos fundamentales del cristianismo, Trotta, Madrid 1993, pág. 899.

[4] A pesar de ser una obviedad, véase la tesis doctoral de Julio LOIS, Teología de la Liberación: Opción por los pobres (IEPALA, Madrid 1986) que estudia la OP en varios de los principales teólogos de la liberación del período clásico.

[5]  Un caso claro puede ser el de Gustavo Gutiérrez. En una ponencia pronunciada ante Ratzinger, afirma: «La temática de la pobreza y la marginación nos invita a hablar de justicia y a tener presente los deberes del cristiano al respecto. Así es en verdad, y ese enfoque es sin duda fecundo. Pero no hay que perder de vista lo que hace que la opción preferencial por los pobres sea una perspectiva tan central. En la raíz de esa opción está la gratuidad del amor de Dios. Este es el fundamenteo último de la preferencia» A partir de ese momento ya no vuelve a aparecer la palabra «justicia» en su disertación y toda la OP gira en torno a la «gratuidad». Cf. Una teología de la liberación en el contexto del tercer milenio, en VARIOS, El futuro de la reflexión teológica en A.L., CELAM, Bogotá 1996 pág, 111. No se trata de un texto aislado, sino, en mi modesta opinión, de una perspectiva suavizada común en la teología de la OP de Gustavo hace más de una década; cfr Pobres y opción fundamental, en Mysterium Liberationis, UCA Editores, San Salvador 1991, 303ss, 310.

[6] Pobres que eran una realidad «colectiva, conflictiva y socialmente alternativa»: C. BOFF, ¿Quiénes son hoy los pobres, y por qué?, en J.PIXLEY-C.BOFF, Opción por los pobres, Paulinas, Madrid 1986, 17ss.

[7] Un amor igual para todos pero que empieza por los pobres y continúa por los ricos, sin hacer entre ellos ninguna diferencia; un «amor igualitario pero con un orden de prioridad», simplemente.

[8] Con una palabra más metafórica, originariamente neotestamentaria, Ellacuría y Jon Sobrino hablan de «los crucificados» de la historia.

[9] Quien opta «preferencialmente» por la justicia, opta también, aunque sea menos preferencialmente, por la injusticia. En el dilema de justicia e injusticia no hay «simples preferencias» posibles: la opción está ante alternativas de una disyuntiva excluyente.

[10] Recordemos la posición teológica medieval (el «voluntarismo ético») de quienes sostenían que el orden moral actual no era necesario sino contingente, y que obedecía a una voluntad positiva y gratuita (arbitraria) de Dios. El orden moral -sostenía esta doctrina- hubiera podido ser otro, incluso el contrario al actual, si Dios así lo hubiese querido en un inescrutable designio arcano de su voluntad.

[11] Cfr. Jon SOBRINO, El principio misericordia, UCA Editores, San Salvador 1992. La relación entre la misericordia y la justicia la ve así GONZÁLEZ FAUS: el hambre de justicia es expresión primera de la misericordia, y ésta es razón última de la justicia; cfr VARIOS, Religiones dela tierra y sacralidad del pobre, Sal Terrae, Santander 1997, pág. 15.

[12] VIGIL, J.M., Opción por los pobres, ¿preferencial y no excluyente?, en Sobre la opción por los pobres, Sal terrae, Santander 1991, pág. 57ss. Ediciones también en Nicaragua (Editorial Nicarao 1991), Chile (Rehue 1992), Colombia (Paulinas 1994), Ecuador (Abya Yala 1998), Italia (Citadella 1992), Brasil (Paulinas 1992).

[13] Como cuando se argumentaba que los ricos eran los verdaderos pobres (pobres en riquezas espirituales, de las que los pobres materiales eran muy ricos)… Se llegó a verdaderos juegos de palabras o malabarismos conceptuales para no entender lo obvio. Casaldáliga dió testimonio poético de ello en sus Bienaventuranzas de la conciliación pastoral: Bienaventurados los ricos, / porque son pobres de espíritu. / Bienaventurados los pobres, / porque son ricos en Gracia. / Bienaventurados los ricos y los pobres, / porque unos y otros son pobres y ricos. / Bienaventurados todos los humanos, / porque allá en Adán, son todos hermanos. / Bienaventurados, en fin, / los bienaventurados / que, pensando así, / viven tranquilos… / porque de ellos es el reino del limbo.

[14] Pobreza de espíritu, pobres de Yavé, virtud de la pobreza, anawin, infancia espiritual…

[15] «Opción por los injusticiados» es una expresión precisa, que escapa a la posibilidad de ser mistificada o metaforizada.

[16] Como es el caso de las pobrezas «naturales», no históricas, sin culpa de nadie.

[17] «La OP concretiza el 'amor’ de Dios -su última definición- como justicia que sale en favor del oprimido»: J. SOBRINO, ibid., pág. 890.

[18] Por eso los nuevos sujetos no necesitan una «opción» por la mujer, el/la indígena» o afro… sino que la misma opción por los «injusticiados» incluye a todos/as ellos/as.

[19] «Definición esencial», al decir de la lógica clásica, es aquella que no sólo discrimina adecuadamente su objeto, sino que lo hace en referencia a su esencia (y no, por ejemplo, en base a un «propio» o a un conjunto de accidentes suficientemente discriminante).

[20] VIGIL, J.M., ibid.

[21] «Pobres y empobrecedores, oprimidos y opresores, reino y antirreino, Dios de la vida e ídolos de muerte… ambos tipos de realidades están en conflicto y en lucha, y la opción por uno es opción contra otro»: Jon SOBRINO, ibid., pág. 891.

[22] O de las clásicamente llamadas «obras de misericordia»; por ello, la OPP puede ser llamada con propiedad, efectivamente, «amor preferencial por los pobres». Eso es lo que es. La OP es otra cosa.

[23] El acto por el que una persona hace su OP o elige su lugar social participa del carácter antropológico existencial que tiene la llamada «opción fundamental».

[24] Dios no tiene favoritismos (Rom 2, 11). El Soberano de todos no hace diferencia entre las personas y no hará caso a la grandeza (Sab 6, 7). Un juicio implacable espera a los podersos; el pequeño tiene disculpas y merece compasión, pero los poderosos serán castigados severamente. El creó a los grandes y a los pequeños y de todos cuida por igual. Los poderosos serán examinados con más rigor. (Sab 6, 6.7b.8). Maestro, sabemos que eres justo y que no tienes acepción de personas… (Mt 22,16). El ser humano mira las apariencias, pero Yahvé mira el corazón… (1 Sm 16, 7).

[25] «La lucha por la justicia es como otro nombre del Dios del Antiguo Testamento y del Dios de Jesús»: Rufino VELASCO, La Iglesia de Jesús, Verbo Divino, Estella 1992, 33.

[26] Eclesiásticas o disciplinares por ejemplo.

[27] «Personalmente opino que con la opción preferencial por los pobres se ha producido la gran y necesaria revolución copernicana en el seno de la iglesia, cuyo significado desborda el contexto eclesial latinoamericano concierne a la Iglesia universal. Sinceramente, creo que esta opción significa la más importante transformación teológico-pastoral acaecida desde la Reforma protestante del siglo XVI». L. BOFF, citado por Julio LOIS, en Teología de la liberación: Opción por los pobres, IEPALA, Madrid 1986, 193.

[28] Es lo que se quería decir con la preferencia del adjetivo dinámico «empobrecidos» (como dinámico es también el concepto de «injusticiado») sobre el nombre estático de «pobres».

[29] Por «modo de vida del rico» entendemos todo lo que implica el rico -excepto su persona misma-: su estilo de vida, su papel social, la Causa a la que objetivamente sirve, su lujo, su explotación de los pobres, su participación en el sistema que los explota…

[30] Ya sea porque así son efectivamente o porque así las queremos mirar

[31] Adviértase el carácter dinámico, activo y procesual de los adjetivos.

[32] SOBRINO llega a decir que «la OP es necesaria para comprender la revelación»: ibid., pág. 885.

[33] Juan Luis SEGUNDO dice que la opción por los pobres funge como una «fe antropológica», como una «apuesta», algo muy cercano a la «opción fundamental». Cfr La OP como clave hermenéutica para entender el Evangelio, en la Revista Electrónicca Latinoamericana de Teología, RELaT, http://servicioskoinonia.org/relat/118.htm

[34] Casaldáliga expresaba el conflicto entre los dos dioses y las dos justicias en su poema «Equívocos»: Donde tú dices ley / yo digo Dios. / Donde tú dices paz, justicia, amor, / ¡yo digo Dios! / Donde tú dices Dios, /¡yo digo libertad, / justicia, / amor!

 

 

Presenta la UNTC ( sinarquista) 8 nuevos proyectos

martes 20 de enero de 2009

Ingresará ocho proyectos productivos la UNTC


Por: Jorge Laurel Contreras
Publicado en El Sol de Acapulco



Al menos 8 proyectos productivos ingresará la Unión Nacional de Trabajadores del Campo (UNTC) para antes del 30 de los corrientes, ante la SAGARPA y SRA, para que estos aterricen de manera inmediata en comunidades rurales de Acapulco y otros municipios de la Costa Chica en la entidad para beneficiar preferentemente a mujeres.

Tras informar lo anterior, el presidente de la UNTC, Leonardo Andraca Hernández, explico que estas dependencias se comprometieron a agilizar la entrega de recursos para dichos proyectos en este 2009.

El propósito, va encaminado a apoyar las zonas marginadas, para evitar que a sus habitantes les pegue la crisis de manera frontal, por lo que dentro de esos apoyos se destacan la creación de micro negocios, cocinas económicas, artesanías, tendajones, novedades y regalos.

Agregó que también se tiene previsto preparar a elementos de los diferentes municipios del estado de Guerrero, para que ellos mismos estén en condiciones de elaborar sus propios proyectos sin necesidad de intermediarios.

El dirigente Andraca Hernández, menciono que con lo que respecta a Acapulco, Techan de Galeana y Marquelia, se busca beneficiar a por lo menos 300 familias con proyectos productivos viables.

De igual manera, señalo que se ingresa en este mismo mes el proyecto denominado “Organízate” por parte de la SAGARPA, para que del mismo se puedan establecer en Guerrero talleres de capacitación, organización sobre el manejo de los conflictos.

Vivir el Cristianismo

Vivir el Cristianismo

 

                                                    Todo esta perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa

                                                                     Demócrates

 

Las leyes de reforma, causa de la guerra de los tres años, librada entre liberales y conservadores, trajeron como consecuencia la implantación del estado laico en lo concerniente a la administración pública y en lo referente a la educación impartida en nuestra patria. Si bien es menester aceptar que la iglesia católica incurrió en desviaciones y en excesos en un momento histórico determinado, no hay que perder de vista que ello no desvirtúa la validez de la prédica de la moral cristiana, sino que antes bien, demuestra de manera fehaciente que las instituciones humanas (la iglesia incluida) son susceptibles de defectos consecuencia de su propia naturaleza, falible de origen al estar constituida por seres humanos, (capaces de realizar el bien supremo pero también de incurrir en el pecado) y no por ángeles (espíritus por definición perfectos). El laicismo pretendió suplir lo concerniente a la moral con la asignatura denominada educación cívica, que pese a sus deficiencias, procuró inculcar valores en la formación de la personalidad del individuo, pese a que la carencia de una moral y una ética perfectamente delimitadas era una ausencia notoria y evidente en la formación del mexicano. Lo anterior trajo aparejado con todo y las imperfecciones consignadas, cierta conciencia colectiva de lo que a la patria le era menester y en ese marco se generó el fenómeno económico-social conocido en nuestra historia como el desarrollo estabilizador. Periodo en el que indiscutiblemente nuestro país registró índices de avance y de progreso en multiplicidad de ámbitos, consecuencia no solo de la industria de sus habitantes, sino también de su estilo de vida. No obstante lo anterior, la influencia norteamericana (y con ella una pretendida modernidad) en  nuestro entramado social, hizo hincapié en la obligatoriedad de relegar nuestro catolicismo y sus enseñanzas a rincones cada vez mas recónditos de nuestra actividad personal y colectiva, considerándose de buen tono aseverar que la religiosidad era una cuestión estrictamente particular y propia nada mas de ejercitarse en el espacio físico de los templos (toda vez que la iglesia, es decir la eclessia, la asamblea la constituimos la totalidad de los fieles) y únicamente los domingos, pues es conveniente reconocer que por generaciones fallamos en inculcar la fe a nuestros descendientes. De tal suerte, los supuestos beneficios del estado laico, hicieron tal mella en la formación humana, (es decir en la verdadera educación, que es la que se imparte en casa y no en la escuela, pues en ésta solamente se adquieren conocimientos, mientras que en casa es donde advertimos las virtudes y su práctica, que deberemos posteriormente ejercer en nuestra existencia y a la vez, transmitirla a nuestros descendientes), que nos olvidamos cada vez mas de nuestro origen divino y en aras de un falso humanismo, enaltecimos nuestra naturaleza y nos gloriamos de los logros conseguidos. Con ello, mientras más ensalzábamos los logros de la técnica y los avances de la tecnología, mas nos retraíamos y nos avergonzábamos de nuestra fe y nuestras convicciones religiosas. Así, podíamos ser capaces de protagonizar todo género de desfiguros en un carnaval o encabezar eventos de cualquier índole, pero nos apenaba participar en procesiones o en movimientos apostólicos, porque el laicismo en boga nos podía exhibir como retrógradas o fanáticos. Y con el transcurrir del tiempo y el más que evidente relajamiento de la moral y las costumbres colectivas, lo descrito se ha puesto cada vez más de manifiesto, amén de haberse suprimido por obra y gracia de sabrá Dios que preclaro funcionario educativo, el civismo como materia de enseñanza obligatoria y con ello, la descomposición social se ha acelerado, retratándose en la cotidianidad a través del incremento del índice delictivo, la pérdida del pudor y las buenas costumbres y el extravío de nuestra identidad cultural. Nuestra sociedad ha pasado del estupor inicial al clamor, por la adversidad de las condiciones imperantes actualmente y ha exigido de manera perentoria a nuestras autoridades poner remedio a todo ello. Pero esto no es mas, que la inveterada costumbre que tenemos los mexicanos de echarle la culpa al prójimo por nuestras fallas y de esperar que un milagro venga a remediar súbitamente nuestras carencias y apremios, en vez de enfatizar la importancia de hacer de la familia la célula básica de nuestras instituciones y volverla a constituir, como era de modo inicial, en escuela de virtudes. En semejante orden de ideas, es medular evocar la trascendencia y la valía del papel formador de los padres y el ABC de nuestro catecismo. El cristiano tiene por excelencia que ser el mejor portavoz del plan divino y el mensajero idóneo para demostrar la transformación que la fe puede obrar en cada quien. Es imperativo pues, perder la pena y cumplir con nuestra tarea misionera. El cristianismo actual debe consecuentemente salir del claustro y hacerse militante y resaltar a la colectividad, que con todos los defectos y flaquezas inherentes a nuestra humanidad, podemos generar un verdadero cambio en nuestro modelo de existencia y consecuentemente en el rumbo de nuestra nación. Vosotros sois la sal de la tierra, dijo Cristo a sus discípulos y con ello no se refirió el Señor a que con su actividad estaban destinados a darle un sabor especial al acontecer del mundo, sino advertía del deber primordial del cristiano, que es luchar contra la corrupción y combatir el mal (es bien sabido las propiedades que la sal tiene para preservar de la descomposición, tan es así que todo conservador tiene un porcentaje de sodio para preservar el buen estado de su contenido). De este modo es posible inferir que procurar el bien (individual y común) a través de la aplicación de lo prescrito en la doctrina y por ende, combatir el mal y sus diferentes manifestaciones, es deber fundamental del cristiano, punto y aparte de la denominación de su confesión. No debemos dejarnos intimidar por aquellos que nos atribuyen toda clase de epítetos por oponernos a sus designios de degradación y perversidad. Por sus frutos los conoceréis dijo el Señor. A nosotros toca demostrar que somos capaces de hacer de México la gran casa que todos deseamos heredar a nuestros hijos.

POST SCRIPTUM.- No se trata de organizaciones defensoras de la moral y las buenas costumbres, en el sentido peyorativo que algunos utilizan en cuanto reprimir el derecho que nuestro prójimo tiene a la diversidad y a la disensión, no es asunto de censura ni de cerrazón decimonónica como dicen algunos exaltados partidarios del jacobinismo a ultranza. Es algo que va mucho más allá: La necesidad de transmitir modelos educativos sanos y de no subvertir el orden natural de las cosas. No son mas que nosotros, son eso sí, mas escandalosos. Quienes deseamos una adecuada asepsia moral, somos una abrumadora mayoría pero silenciosa. Debemos ser capaces de superar esa afonía y hacer sentir a nuestros representantes populares que reprobamos tajantemente la adopción de modelos de vida discordantes con nuestra forma de ser, costumbres, idiosincrasia y creencias. Ojala que nuestros diputados se constituyan en auténticos intérpretes de la voluntad mayoritaria y no vayan en malentendidos afanes de atraerse reflectores, cámaras y micrófonos, a tomar decisiones contrarias al modo de ser de los yucatecos. Especialmente esos que pregonan una pretendida formación socialista de la que por entero carecen. Escuchen pues la voz del pueblo, que es la voz de Dios.

Gracias estimado Profesor Romero, por su generosidad sin límites y por todas las cosas que me enseña, pese a que soy tan desaventajado alumno. Trataré de ponerme a la altura requerida por las circunstancias. Dios me ayude a superar mis limitaciones que son casi infinitas y a trascender la debilidad evidente de mi condición. Haré cuanto sea posible. Guillermito: Te amo infinitamente hijo. En la medida de la estrechez de mi peculio procuro darte siempre sin tasa ni medida. Eres el bien mayor con que Dios se dignó bendecirme. Besitos.

Economìa Solidaria plantea un modelo "mas humano"

La Red de Economía Solidaria 'desafía' al sistema y plantea un modelo «más humano»

 

Miércoles, 07/01/09
Lugar de la noticia: 
Logroño

La Red de Economía Alternativa y Solidaria de La Rioja (REAS-La Rioja) propone un cambio profundo y renovador en el modelo económico actual.

Apuesta, dicen sus promotores, por un sistema «más humano» en el que la economía se conciba como una herramienta al servicio de la sociedad. En resumidas cuentas, el objetivo es la divulgación de un marco alternativo en el que la persona prime sobre el dinero y la especulación.

La red será constituida en las próximas semanas. Agrupará a diversas organizaciones y entidades que operan en La Rioja, entre las que figuran la Asociación Misionera Salvatoriana para Latinoamérica, Economía Solidaria, El Colletero y El Trastero. También la fundación Cáritas Chavicar y las organizaciones no gubernamentales (ONG) para el desarrollo Proclade y Sodepaz, que gestiona la Tienda de la Solidaridad situada en el centro de Logroño.

Quedará integrada en la Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria, una plataforma de carácter nacional compuesta por 215 organizaciones y más de 9.200 personas. Su objetivo fundamental es la creación de estructuras económicas solidarias como medio para conseguir unas condiciones dignas para todas las personas. Las actividades que promueve reportan unos ingresos anuales superiores a los 170 millones de euros.

Una definición

¿Qué es la economía solidaria? Los promotores de REAS-La Rioja precisan que supone un enfoque de la actividad económica «que tiene en cuenta a las personas, el medio ambiente y el desarrollo sostenible como referencia prioritaria y por encima de otros intereses». En este marco, explican, la eficiencia económica «no se determina por los beneficios materiales de una iniciativa, sino que se define en función de la calidad de vida y la felicidad de todos sus miembros».

Los datos que la red nacional maneja son escalofriantes. Unas 250 personas poseen en la actualidad tanta riqueza como el resto del mundo. El 99 por ciento de las transacciones económicas diarias son especulativas. Mil millones de personas pasan hambre todos los días. Las promesas gubernamentales sobre la reducción de esta trágica cifra para 2015 parecen haber quedado en 'agua de borrajas'.

En opinión de los impulsores de REAS-La Rioja, urge «un cambio de mentalidad». La crisis económica que azota en la actualidad a medio mundo, dicen, supone la confirmación de la ineficacia del sistema económico vigente. La plataforma riojana supone un primer paso: permitirá a todas las organizaciones que se adhieran a la red intercambiar información sobre proyectos y servicios solidarios, también cooperar en la difusión de una economía alternativa que gana adeptos poco a poco.

Los pequeños proyectos avanzan hacia la utopía

A primera vista, el planteamiento de un sistema económico alternativa parece una utopía. Sin embargo, abundan los pequeños proyectos que, paulatinamente, materializan lo imposible. Sin ir más lejos, las organizaciones que integran la Red de Economía Alternativa y Solidaria de La Rioja (REAS-La Rioja) suponen una buena prueba. Tres ejemplos.

La asociación Economía Solidaria Riojana financia desde hace años iniciativas empresariales y culturales de emprendedores que no cuentan con los recursos económicos necesarios. El apoyo no depende de un intrincado cálculo de intereses, sino de la confianza depositada en el promotor.

En la actualidad, impulsa doce proyectos, entre los que figura la constitución de un grupo teatral, la apertura de un restaurante y la adquisición de maquinaria para diversos profesionales. El pasado 30 de diciembre, actuó el jovencísimo pianista Diego Andrés Ramírez en la sala logroñesa Gonzalo de Berceo. Hace años que la asociación impulsa su prometedora carrera artística.

La organización Sodepaz gestiona la Tienda de la Solidaridad, ubicada en la calle Portales. Este establecimiento es la referencia logroñesa del 'comercio justo', iniciativa social que postula una relación comercial voluntaria y justa entre productores y consumidores de todo el mundo.

Los promotores de REAS-La Rioja destacan entre sus objetivos prioritarios el fomento de la denominada banca ética. Esta se distingue de la convencional por el carácter social de los proyectos que financia y la transparencia que caracteriza su actividad.

Economìa Solidaria: Alternativa frente al Neoliberalismo

Economìa Solidaria: Alternativa frente al Neoliberalismo

El modelo de economía solidaria una alternativa frente al neoliberalismo (Colacot)

Lunes, 22/12/08

América Latina, incluido el Caribe, es un continente con una extensión de 20 millones de kilómetros cuadrados, con grandes recursos naturales y humanos, suelos fértiles, todos los climas y temperaturas, lluvias abundantes, ríos navegables, la mas grande reserva selvática, de agua dulce y de oxigeno, el subsuelo rico en petróleo y toda clase de minerales, rodeado por los océanos Atlántico y Pacífico, poblado por 500 millones de habitantes, de los cuales el 35% son jóvenes menores de 30 años, por lo cual se ha denominado el Continente de la Esperanza.

No obstante esta potencia natural y humana, el modelo social, cultural, económico político capitalista que históricamente ha dominado y explotado nuestras riquezas naturales, científicas, tecnológicas y el trabajo humano, ha conducido a que 126 millones de trabajadores se hallen en el total desempleo, y el 60 % de los trabajadores ocupados laboran en la economía informal o sumergida.

Los organismos internacionales estima que 22 millones de niños trabajan para sobrevivir o ayudar a la sobre-vivencia de su familia, es decir, uno de cada cinco niños, de los cuales 18 millones son menores de 15 años, y que mas de 350 millones de personas se hallan en el grado de pobreza y exclusión social.

Al drama anterior se suma el endeudamiento externo que asciende a mas 750 Mil Millones de Dólares, pues a pesar de haber pagado ya dos veces su valor, hoy para poder pagar el servicio de la misma los gobiernos tienen que recurrir a mas endeudamiento externo por cuanto la estructura productiva generadora de divisas fue destruida por la política neoliberal aperturista de libre ingreso y salida capitales, mercancías y ganancias.

Con esta estrategia, las potencias económicas internacionales estrangularon nuestras economías, pues los subsidios a sus exportaciones, mas los múltiples obstáculos al ingreso de nuestra producción a los mercados de los países industrializados han eliminado la capacidad competitiva que la producción latinoamericana podría tener.

Un ejemplo es el caso Estados Unidos que en el 2004 invirtió en subsidios solo a la agricultura $US 331 Mil Millones, lo que confirma que es mentira la inexistencia del mal llamado libre mercado y libre competencia.

Otro flagelo de los pueblos de la región es la inequitativa distribución de la riqueza en la región lo que ha conducido a que el 10% de los mas ricos reciben entre el 40 y 47 % del ingreso total, mientras que el 20% de los mas pobres reciben solo entre el 2% y 4% del mismo ingreso, desigualdad social que continúa creciendo por la expropiación de las riquezas y el patrimonio de las naciones, que obligan a la mayoría de los Estados y gobiernos a renunciar a su Soberanía Nacional y a su función social como rector del bien común.

No obstante lo anterior, en el presente siglo el drama humano se agrava por la constante amenaza de los mercaderes de la guerra y de la muerte que en su afán hegemónico y monopólico ejecutan acciones bélicas y genocidas contra pueblos y naciones que no se someten al dominio imperial o que poseen recursos naturales energéticos que los Estados Unidos de América consideran que tienen derecho para apropiarse.

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Autor/a: 
Luis Francisco Verano Paez (Presidencia Colacot)