Otras características remarcables del paganismo son la unidad de lo sagrado y lo profano, el concepto cíclico o esférico del tiempo (frente a la escatología de la salvación o el progreso, donde el tiempo tiene un propósito que es la salvación fuera de un mundo que es considerado degradado), el rechazo a considerar a la naturaleza como propiedad privada del hombre, que puede explotarla y destruirla de forma arbitraria; la alternación de la sensualidad y la estética, una apología constante de la fuerza vital ("sí a la vida" de Nietzsche); la idea según la cual el mundo no es creado, sino que es un cambio constante, sin principio ni final; el sentido trágico de la vida y el rechazo de todo nihilismo; el culto a los ancestros, la sucesión de las generaciones, la fidelidad a los amigos, a los familiares y a las tradiciones (lo que no implica un tradicionalismo de museo), el arraigo en una patria, y el rechazo de cualquier revelación universal y por ende de cualquier universalismo, fanatismo, fatalismo, dogmatismo y proselitismo forzado. Y agregaré que el paganismo reconcilia constantemente a los opuestos en una unidad armoniosa, alejada de cualquier uniformidad.
Guillaume Faye
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